Durante tres décadas, la enfermera Brenda Ferguson, de Dunedin, vivió con lo que ella describe
como poca o ninguna independencia, debido a una anomalía en su diabetes tipo 1. La llegada de
El perro de asistencia Pip, de Assistance Dogs New Zealand Trust, lo cambió todo.
La gran mayoría de las personas que viven con diabetes tipo 1 experimentan señales de advertencia como mareos o temblores cuando baja el nivel de azúcar en sangre. Brenda, sin embargo, tiene una complicación única conocida como falta de conciencia de la hipoglucemia, donde su nivel de azúcar en la sangre cae rápidamente sin previo aviso físico. Esto ha causado serios desafíos a Brenda a lo largo de los años, ya que la deja inconsciente instantáneamente, lo que resulta en múltiples fracturas de huesos y caídas. Pero quizás lo más paralizante fue su falta de independencia.
Para mantenerse a salvo, sus amigos y familiares necesitaban saber dónde estaba en todo momento. Todo cambió cuando Brenda se enteró de los perros de asistencia a través de su endocrinólogo en el Hospital Dunedin. Solicitó un perro y 18 meses después, tras entrevistas y recaudación de fondos, la emparejaron con su “ángel de la guarda”, Pip. Pip está entrenada para oler una feromona en el aliento de Brenda que indica cuándo está bajando su nivel de azúcar en la sangre.
Si los niveles de glucosa de Brenda están bajando, él alertará con un empujón o lleve su equipo de prueba a su regazo. También puede quitar el teléfono de su base y llevárselo a Brenda si necesita ayuda. Brenda dice que Pip ha cambiado su vida.
Ella no ha tenido ni un solo hueso roto por colapso en los cinco años que lo tuvo. El estrés en su cuerpo es mucho menor porque sus niveles de azúcar en sangre están mejor regulados.
Tiene total independencia y ya no se siente como una carga para sus amigos y familiares. Sin embargo, desde que tuvo a Pip, Brenda también ha experimentado de primera mano una amplia falta de comprensión del público sobre los perros de asistencia.
Ella dice que muchas personas confunden a Pip con un perro guía y asumen que es ciega, o la juzgan por tener un perro porque su discapacidad no es físicamente obvia. “Quería compartir mi historia para ayudar a correr la voz sobre lo maravilloso que es Pip y que no todos los perros de “asistencia” son iguales.
Hay muchos tipos diferentes y todos ayudan a personas con diversas discapacidades”.
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